El pasado 5 de abril se celebró el Día Mundial de la Consciencia, promulgado por la ONU el año 2019 con el objetivo de fomentar en los gobiernos y las personas una Cultura de Paz. Se busca movilizar los esfuerzos de la comunidad internacional para promover valores como la paz, la tolerancia, la inclusión, entre otros. Pero ¿qué dicen los estudios científicos sobre la consciencia?
Diversos enfoques y disciplinas han abordado el estudio de la consciencia. En la actualidad, uno de los modelos más aceptados y extendidos entre la comunidad científica es el del “Espacio de trabajo global”. En este modelo, Baars (1997) utiliza la metáfora de un teatro, donde el foco de luz ilumina sólo a algunos actores principales. La obra, sin embargo, se lleva a cabo no sólo por los actores iluminados por el foco en el centro del escenario, sino también gracias a la audiencia y a otros trabajadores detrás de escena que permiten e influyen en la dinámica de los actores principales.
Nuestra consciencia funciona de manera similar, sólo algunos contenidos se encuentran al mismo tiempo iluminados en el escenario (i.e., son conscientes), mientras que otros contenidos no conscientes pueden influir y ser influenciados por los primeros.
La información no consciente se procesa de forma rápida y automática, lo cual es eficiente para tareas cotidianas o que ya sabemos realizar, pero es más propensa a sesgos y errores en contextos más complejos. El procesamiento consciente, por otra parte, es más reflexivo y permite abordar problemáticas de distintos puntos de vista, reconocer errores en nuestro razonamiento y flexibilizar nuestra conducta. Pero es más lento y requiere más recursos cognitivos, por lo que el cerebro debe ser selectivo al decidir qué contenidos serán los actores principales que entren al teatro de la consciencia.
¿Qué dirige el foco de luz que ilumina a los actores en el escenario? La respuesta se encuentra en otro proceso cognitivo muy importante: la atención. Un estimulo puede ser llevado a la consciencia porque es tan llamativo que «atrae» nuestra atención (como un ruido fuerte o un destello de luz). Pero también podemos voluntariamente dirigir la atención en base a nuestros propios intereses y metas, por ejemplo, cuando buscamos un objeto que perdimos o escuchamos con interés lo que un amigo nos está contando.
En nuestro día a día estamos bombardeados constantemente por estímulos que luchan por atraer nuestra atención: luces y sonidos provenientes de la ciudad, de nuestros celulares, o acontecimientos inesperados. Pero no siempre nos damos el tiempo de, voluntariamente, enfocar nuestra atención en asuntos realmente importantes. Es por esto que, en el espíritu del Día Mundial de la Consciencia, te invito a darte espacios de reflexión sobre las problemáticas mundiales y locales, y a pensar en aquellas acciones, grandes o pequeñas, que podemos hacer para ayudar a generar una Cultura de Paz.
Fuentes
Leonel Tapia Aróstica. Psicólogo, Universidad de La Serena. Magíster en Neurociencia Social, Universidad Diego Portales. Estudiante del Doctorado en Ciencias del Desarrollo y Psicopatología de la Universidad del Desarrollo.